miércoles, 24 de agosto de 2011

Decimo noveno dia del Ayuno de Daniel

Perdonar, un acto de fe

Muchas personas no tienen la más mínima idea de la importancia del perdón. En verdad, algunas asocian al perdón con algo pasajero, que el tiempo puede hacer desaparecer. Por eso, afirmo que el tiempo no puede borrar el dolor, el resentimiento.
Las Escrituras nos enseñan, en el libro de Mateo 6:14, 15: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”. Por lo tanto, perdonar es uno de los actos básicos de la fe cristiana. Usted tiene que perdonar si quiere ser salvo. No me estoy refiriendo sólo a la vida eterna, las conquistas también dependen del perdón.
¿Cuántas veces tenemos que perdonar? Esa fue la pregunta que Pedro le hizo a Jesús. “Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete”, (Mateo 18:22). O sea, indefinidamente. El perdón de Dios es el dolor del diablo. El perdón cura, libera, transforma, identifica a lo Divino. Aquel que guarda dolores, en verdad, está conectado con el infierno.
El dolor alimenta la ira, el odio y, por eso, muchos mueren por su causa. El perdón es fruto de Dios, mientras el dolor es fruto del infierno, porque oscurece a las personas.
Es duro, difícil, pero es necesario sacrificar.
¿De qué sirve poner su todo en el altar si usted está con un dolor en su interior? No sirve participar de vigilias, o ayunar. La falta de perdón neutraliza la oración, hace que la persona no reciba nada de Dios.
Quien no perdona no tiene salvación, no hay forma. Es difícil, pero no es imposible. El Reino de Dios se toma por esfuerzo. ¡Tenga coraje para perdonar!
Usted tiene coraje para ofrecer todo en el altar, pero ¿ofrece el perdón a quien lo lastimó o le falló?
Perdonar es un acto de fe que mueve la mano de Dios. Si usted perdona a alguien que le hizo mal, entonces el Señor pasa a estar obligado a perdonarlo también y bendecirlo. Medite en eso: sin perdón no hay salvación.
No podemos omitir algo que es fundamental en la base cristiana, el perdón. A veces, la persona tiene una idea incorrecta cuando piensa que las cosas de Dios funcionan de acuerdo con lo que queremos y determinamos. Si nos enojamos con alguien, no recibiremos nada de Dios.
Aprecie, pese y vea lo que sucedió que con certeza usted debe sentir amargura contra alguien. Ore a Dios, diga: “Yo perdono a fulano”. Haga eso, y puede tener certeza de que Él va a oír su oración y revertir esta situación.
El perdón libera, trae salud, vida, libra cualquier alma del infierno. No hay diablo que soporte el perdón. ¡Porque el perdón es de Dios!
Reconcíliese con su hermano. Lo importante es librarse de cualquier sentimiento producido por el dolor. Sino, nada podrá ser hecho. Por esta razón, la Hoguera Santa se está demorando, justamente para que el terreno sea preparado y la semilla de vida produzca sus frutos.
Que Dios bendiga a todos.

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