miércoles, 24 de agosto de 2011

20º Dia del ayuno de Daniel

La diferencia de TENER EL ESPIRITU SANTO Y NO.


Las personas que no tienen al Espíritu Santo son impulsivas, son guiadas por el corazón. Si sienten hacen y si no sienten, no hacen nada. Por ejemplo, muchos quedaron en la ruina apostando en juegos de azar, siguiendo una “corazonada”; haciéndole caso a su corazón. Muchos, engañados por el corazón, gastaron dinero que no tenían, empezaron una relación que no era conveniente; son personas que dicen no sentir ganas de venir a la iglesia, o que no sienten que Dios está con ellas. No es una cuestión de sentimiento, sino una cuestión de conciencia. Quien no tiene al Espíritu Santo está lejos de ser propiedad a Dios, como dice Romanos 8:9, “Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él”. El señor de su vida es el corazón, que disminuye el uso del intelecto, de la razón. Este tipo de personas están llenas de miedos, de traumas y complejos. No se animan a embarcarse en nuevos proyectos; como sufrieron malas experiencias amorosas no se animan a empezar de nuevo; o siempre se encuentran un defecto para justificar su derrota.
Quienes viven dominados por el sentimiento sufren con tristeza, depresión y soledad. Sus comentarios son tristes, ven la parte mala de todo. Dios no quiere que usted viva así; si esa ha sido su situación, es porque su intelecto se ve disminuido delante de su corazón. Salga de su posición de víctima, de “pobrecito”, vaya hacia una posición de vencedor a través del Único que puede ayudarlo: el Espíritu Santo.
La duda es otra característica de quienes no tienen al Espíritu Santo. Ellos tienen que consultar todo, siempre requieren la aprobación de un tercero para hacer las cosas. Este tipo de personas piensan poco y sienten mucho, se mueven basados en sus emociones. A su vez, también sufren inseguridad, timidez y negatividad; el vaso está siempre medio vacío. Siempre están esperando lo peor y por eso son sus propios enemigos. La última característica de este tipo de personas es la ansiedad. No reciben una respuesta en el tiempo que desean y se alejan de la Iglesia. No saben esperar.
Por otro lado, están los que tienen al Espíritu Santo. “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”, (Juan 14:26). El Espíritu Santo nos enseña, nos guía en nuestro intelecto, para que pensemos y razonemos. Dios no quiere cristianos locos, fanáticos, sino a personas guiadas por el pensamiento. Quien tiene al Espíritu Santo está lleno de certeza, no necesitan sentir a Dios, creen que Él los acompaña y con eso es más que suficiente.
El amor propio es otra característica de quien tiene al Espíritu Santo. Si está en una relación, por ejemplo, y se termina, no va a convertirse en el trapo de piso de la persona que lo dejó; con o sin su pareja saben que la vida tiene que continuar.
Por más que su situación sea desfavorable, quien tiene al Espíritu Santo es una persona positiva, con fe, él cree en sus proyectos, sabe que Dios lo acompaña y eso le da la valentía y la determinación necesaria para avanzar y no retroceder, apoyado en las promesas de Dios.
Además, quien tiene al Espíritu Santo está seguro, por más que los que lo rodean lo envidien o busquen perjudicarlo. Su inteligencia le dice que siempre hay una salida para sus problemas, por más difíciles que sean. La confianza y la dirección Divina son otras de sus características. El Espíritu Santo los guía en cualquier situación.





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