miércoles, 24 de agosto de 2011

21º día de la Campaña del “Ayuno de Daniel

Llegamos al 21º día de la Campaña del “Ayuno de Daniel”. Propósito que movió a millones de personas por este mundo. Cuántos sacrificaron entretenimiento, televisión, internet y noticieros con el firme propósito de limpiarse de la información de este mundo, para absorber todo lo que viene del Espíritu.
En mi blog, por ejemplo, hubo días en los que los comentarios pasaron la barrera de los 8 mil. ¡Ah! ¡Qué Día! Cuantas personas fueron renovadas, bautizadas, recibieron ese sello Divino; que no tiene nada de emoción, sino de certeza; una convicción puesta por el propio Dios.
En la IURD TV, llegamos casi al medio millón de accesos diarios. Quiere decir que ese canal vino para ayudar a los caídos, a los postrados, para renovar y dirimir las dudas de muchos. Muchas personas que no tienen la oportunidad de ir a los Cenáculos del Espíritu Santo están conectados, absorbiendo la Palabra de Dios, recibiendo mensajes que edifican.
Es como el Señor Jesús dijo: “Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”, (Apocalipsis 22:17).
Este pasaje bíblico está hablando de los manantiales que fluyen del Trono del Altísimo y que donde tocan hacen que una fuente brote también.
El Espíritu Santo no es un espíritu cualquiera, ¡y mucho menos una fuente que lanza gotas de agua! Él es la fuente que brota del Trono del Altísimo, como dice el texto sagrado: hay una fuente, un río que sale del Trono de Dios. Y ese río va a brotar en su vida, porque nosotros estamos determinando eso a diario, vamos a cobrar de Dios esos ríos en su vida. Ahora, usted tiene que querer, usted tiene que tener sed.
Ni el diablo ni Dios pueden impedir nuestro deseo. Cuando queremos, determinamos. Porque esa es la dádiva de Dios para cada ser humano, Él nos hizo con el derecho de elegir, de querer, de determinar, Él nos dio ese derecho. El derecho de elegir al diablo o a Él.
En el capítulo 22 de Apocalipsis, el apóstol Juan dice: “Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero”. Nosotros no tuvimos ese privilegio de ver el río del agua de la vida como Juan vio literalmente, pero si no vimos, nosotros creemos y conforme dijo el Señor Jesús: “… bienaventurados los que no vieron, y creyeron”, (Juan 20:29).
Amigo lector, eso es lo que tiene que suceder con usted. Cuando el Espíritu Santo viene sobre nosotros, los miedos, las dudas, aquellos malos pensamientos, las palabras nocivas de los amigos, aquellas cargadas de los amigos-enemigos, son despreciados.
Esto es: tenemos que despreciar todo lo que no sirve, hacer una limpieza total de nuestro ser, de nuestro interior, porque a partir del descenso del Espíritu Santo en nosotros, comienzan a fluir aguas vivas. Quiere decir, aguas limpias, claras y quien toque en esas aguas, o donde esas aguas toquen, harán que la persona sea envuelta con el mismo Espíritu. Pues dará vida y alegría a todos los que a Él llegan.
Que Dios bendiga a todos.

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